El recital de canto con piano: el «liederabend» para muchos, es siempre una de las expresiones musicales más puras, más íntimas y más difíciles también. Mis recuerdos más fascinantes pasan por el repertorio español con Victoria de los Angeles (más de veinte recitales con las Siete Canciones Españolas de Manuel de Falla…), todo un programa Schubert con Hermann Prey, las canciones más bellas de Duparc y Poulenc con Regine Crespin, Britten con la autenticidad de Heather Harper, Tosti y el fraseo increíble de José Carreras, negro spirituals con Martina Arroyo, canciones rusas y escandinavas como sólo las podía hacer Nicolai Gedda, las Canciones y Danzas de la Muerte de Moussogrsky con Nicola Ghiuselev, el gran repertorio ruso con Irina Arkhipova y también Elena Obraztsova, programas canción-ópera a piano con Alfredo Kraus, con Ghena Dimitrova muy joven y casi debutando, con Renato Bruson en uno de sus primeros programas, Nicolai Ghiaurov a piano… , ¡y qué más que canzonetas napolitanas con Pippo Di Stefano a sus 75 años!

El concierto lírico con orquesta («gala lírica» también) y con uno o dos solistas vocales de gran convocatoria ha sido uno de los formatos de concierto que más he trabajado internacionalmente y que conforma siempre un éxito inmediato, sea por su comunicación muy directa o por estar abierto a grandes y variadas audiencias. Imposible olvidar las sensaciones y experiencias vividas en salas como el Royal Albert Hall de Londres, el Rudolfinum de Praga, la Philharmonia de Munich, la Gran Sala del Pueblo en Pekin o con la magia única del Teatro Colón de Buenos Aires. Una experiencia casi especializada me requierieron sitios abiertos como la Arena de Verona, la Wolf Trap en Washington DC, el Teatro Griego de Los Angeles, el Antiguo Teatro de Ephesus en Turquía o los hermosos escenarios estivales de Alemania, y en su género cómo no recordar también al Radio City de New York. Con José Carreras fueron más de veinticinco países, junto a Montserrat Caballé, a Agnes Baltsa o a Karita Mattila entre otras; con Jaume Aragall, con Peter Schreier haciendo Mozart, con Ramón Vargas en «Lucia», con Francisco Araiza, etc.

Enrique Ricci